Música en el cine

Cualidades de la banda sonora:

La principal diferencia según José Nieto entre la composición de música para bandas sonoras y cualquier otro tipo de música, es que en el primer caso hay la necesidad de crear una estructura para ser integrada en otra estructura preexistente como es la de la película. Así pues, la banda sonora, sea cual sea, deberá adaptarse siempre al montaje del film, el cual marcará el ritmo que tendrá la película, no obstante y a pesar de la estructura preexistente formada por el montaje, la música si que puede acelerar o ralentizar el tiempo de ese ritmo, des del  punto de vista de la percepción de los espectadores.

Por otro lado también aporta continuidad y fluidez entre las distintas escenas del film por el hecho de no terminar al mismo tiempo que termina una escena, pues daría lugar a un corte muy brusco, que a la vez quedaría muy antinatural, sino que la resolución de cada bloque musical se puede “solapar” con la siguiente escena, creando así ese vínculo y esa continuidad entre ambos. De lo contrario si se quisieran desvinculas dos escenas la resolución del bloque debería estar dentro de la misma primera escena antes de que termine.


En cuanto a su función dramática o expresiva, es el pilar base que da sentido a una banda sonora. Nos describe no solamente las acciones que vemos en pantalla, sino también las emociones y los estados de ánimo de los personajes, e incluso también nos puede describir los rasgos de su personalidad, de su proceso mental o de su nivel intelectual y cultural. En el caso de Maria Antoniette la música no solo sirve para marcar el inicio y el final de la película, acompañando a los créditos, también es recurrente cuando sucede una acción sin diálogo, como la ida de la joven hacia Versalles, la rutina del día a día, los hombre de palacio junto al delfín de Francia yendo de caza, o el desalojamiento del palacio al final. La última de las funciones mencionadas también se cumple, y en esta película sobretodo: la descripción de las emociones de los personajes y en especial las de Maria Antonieta. Así pues gracias a la música, vivimos con ella, la impotencia que siente al ni poder “inspirar” al delfín de Francia para consumar el matrimonio físicamente, también se nos transmite la tristeza de la chica cuando recibe las cartas de desaprobación de su madre, así como el momento en que seduce a un conde en el baile de máscaras y el posterior momento en que ella se enamora de este.

Género de la banda sonora en el cine histórico:

Pero si analizamos la época y el contexto histórico, así como el lugar geográfico en que la acción de la película tiene lugar, estos también pueden influir sobre nuestra música, y en especial sobre el género que estamos tratando y al cual pertenece la película de Maria Antoniette: El género histórico.

En principio, ni la época histórica, ni la localización geográfica de la acción tienen por qué condicionar la música de la película si ésta tiene como fin la descripción de emociones y estados de ánimo de los personajes, o de las situaciones provocadas por las relaciones entre ellos. Pues, tanto la ira, el odio, la alegría, la depresión, los celos, el amor, como cualquier otro sentimiento se producían igual en el siglo IV que en XIX, independientemente de que el lugar y las causas o los efectos sean distintos, pues los sentimientos, en mayor o menos grado, siempre son iguales, para todo ser humano de cualquier época. Así pues, parece que la descripción musical de estos puede ser perfectamente neutra desde el punto de vista de la época y del lugar en el que ocurren, definiendo la palabra “neutra” como el equivalente a la no introducción de códigos distintos a la acción. De lo contrario, tal y como sucede en el caso de Maria Antoniette, si esta condición no se cumple, habría un evidente anacronismo entre el contexto histórico de la película y los instrumentos y lenguajes musicales contemporáneos. Es esta asincronía lo que llamamos contrapunto orquestal.

No obstante, a pesar de que en un principio, el espectador percibiría como intemporal la aparición de cualquier instrumento inexistente en la época del film, también cabe la posibilidad que éste esté tan bien integrado al resto de la orquesta, que pase desapercibido por el espectador, y sirva igualmente para reforzar la acción y los sentimientos que pretende transmitir la película. Un ejemplo lo encontramos en la película de Cleopatra de Mankiewicz, cuya banda sonora, compuesta por Alex North, incluía una sección entera de saxofones que perdían su fuerte contenido semiológico al estar integrados en un contexto armónico e instrumental distinto al que habitualmente se les asocia. Asimismo, la incorporación de ciertos sonidos de síntesis a la orquesta sinfónica tradicional puede añadir a ésta mayores posibilidades tímbricas sin modificar la condición intemporal que le habíamos adjudicado.


Por otro parte, cabe destacar que ese concepto de neutralidad, desde el punto de vista temporal y local, también se lo podemos otorgar a la música sinfónica de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Así pues, un adagio de Bruckner, Brahms o Nahler no sería percibido como a intemporal o descontextualizado de lugar, tanto en una secuencia de amor entre aristócratas del siglo XVIII como en la roma del año 40 a.c.